PÉRDIDA DE LA ILUSIÓN

    Hace tiempo que término como ilusión, alegría o entusiasmo han ido desapareciendo de nuestro día a día. Y parece que, en épocas de crisis como la que estamos viviendo, es lo normal. Es cierto que cuando uno está pasando una mala racha, parece que el optimismo no tiene lugar en nuestra vida, pero no hay que dejarse llevar por un solo sentimiento.

   Se puede pensar que de qué sirve tanto entusiasmo cuando la cosas no marcha bien. Es en esos momentos cuando más falta hace. Si nos mantenemos en un pensamiento fatalista, puede repercutir negativamente en nuestra vida, ya sea a la hora de relacionarnos, de llevar a cabo un proyecto o incluso en nuestra salud. Por el contrario, si pensamos de forma positiva, los efectos también lo serán. Esto no quiere decir que no podamos desanimarnos, es algo normal que forma parte del ser humano. Lo peligroso es caer en él durante un prolongado periodo de tiempo.

  Todos estos sentimientos no dependen sólo de factores externos, nuestra mente es capaz de manejarlos. Debemos aprender a bloquear los malos pensamientos y quedarnos con lo positivo. Centrarnos en el momento y en lo que nos rodea, apreciando las pequeñas cosas, será el mejor remedio ante los mensajes pesimistas.